viernes, 23 de diciembre de 2016

Ya no.

Por unos segundos me creí la golondrina más feliz del universo...

Pero no es así, sigo siendo humano.
Los humanos no tenemos almas gemelas.
Los humanos rompemos promesas.

Entonces caigo en cuenta que,
aunque te percibía como mi rayito de luz
también sigues siendo humano...

Los humanos no somos fieles.
¿Ya lo dije?
Los humanos rompemos promesas.

Los humanos sólo destruyen y destruyen; y cuando paran, es porque son destruidos...

Quiero olvidar las pequeñas cosas. 
Quiero olvidar esas galaxias en tu cuello marcado. 
Quiero olvidar las lunitas de mandarinas.
Quiero olvidar tu manía de ir de un lado a otro en un mismo sitio. 
Quiero olvidar que te nombré mi poema favorito.
Quiero olvidar la sensación de tus pestañas en mis mejillas... 


Aunque terminaras escupiéndome la cara con sangre...
Un momento
...
disculpa, ¿esa herida la ocasioné yo?
...
creo que deberías dar marcha atrás...
 no te quiero ver, ni siquiera deseo hacerte sanar... 

¿Cómo te atreves a echarme a patadas de tu vida? 
Ni yo con tu tanto, tanto, tanto...  pude reaccionar así. 

Nos dimos lo que pudimos, ¿no es así?  
El amor estuvo algún día ¿Cierto?
De igual manera; amor...
Lo siento, amor.
¡No! Amor.
Amor no... 
No, ya no...
Detente, mente, espera un poco...

Bien, ya. 
Sigamos...

...

Tampoco pienso sanar. 
De ti quiero que quede una gran, gran cicatriz; entonces no permitirte ni en pensamiento.

Y así
cada vez que te recuerde,
mi mente se encargue de nublar tu rostro por completo...

Entonces pensaré "¿Quién ha sido ese?"

Me daré al menos mil noches de luto, por la inocencia de creer que ésta vez sería diferente... 

¿Me puedes decir qué hice mal? 

No, olvídalo. 
No quiero que nombres la fecha, esa fecha. 
No quiero que describas mi primer abrazo para responder mi pregunta. 

No quiero escucharte; no quiero herirme.
No quiero escucharte; no quiero herirme.
No quiero escucharte; no quiero herirme.
No quiero escucharte; no quiero herirme.
No quiero verte; no quiero herirme.
No quiero verte; no quiero herirme.
No quiero verte; no quiero herirme.
No quiero verte; no quiero herirme.
No quiero pensarte; no quiero herirme.

No
 quiero
   recordarte...

Por unos segundos nos creí las golondrinas más felices y esperanzadas del universo...
Pero somos humanos...
Los humanos sólo destruyen y destruyen; y cuando paran, es porque son destruidos.

lunes, 19 de diciembre de 2016

Junto a ti...

Me pasa que veo nuestras fotos... Y observo que 
tuve una sonrisa tan hermosa junto a ti.
Noté que, contigo, no temo ser abrazada.

¿Sabes algo?
De vez en cuando juego a crear películas mentales; como reviviendo esos momentos...
esos momentos... en los cuales tuve una sonrisa tan hermosa junto a ti.



Y bien, creo que tengo otra confesión.
Espero no te molestes
sé que la envidia no es buena, pero...

No  te imaginas la envidia que le tengo a Florida.
No, no te imaginas.
Envidio a sus semáforos en rojo que te indican cuándo detenerte...
Ellos te miran, amor, incluso los semáforos;
 sé que se colocan en rojo apropósito sólo para que estés frente a ellos un rato.
¿Y cuando se colocan en verde? 
-Te preguntarás-
Pues es la ciudad que manda a que los coloquen en verde otra vez, 
 porque distraes todo a su alrededor.
Así es como influencias la ciudad; y  posiblemente ni lo notas...
¡A sus gentes!
Influencias a sus gentes, y también les envidio, por supuesto.
Sus gentes pueden mirarte a los ojos, y en un trayecto de un lado a otro 
(en una caminata común) 
pues ellos te rozan... Te rozan, amor, y yo aquí deseando tocarte.

¿Sabes a qué también le tengo envidia?

A los edificios; esos que toda mi vida he amado, pues hoy en día se roban tu atención; esa que ya no tengo.
Le observas y los detallas; y yo estoy tan lejos de ti, de que me mires algo parecido...


Y qué pesar
de verdad

Qué pesar saber que sonríes y que no estoy frente a ti para decirte que esa es -sin duda- mi sonrisa favorita en todo el mundo. Esa, esa que viene de ti. 
Aunque, -por supuesto- se sentiría mucho mejor si fuese por mí. 

Mi sonrisa, en cambio, está como en espera, o algo parecido...
Mi felicidad igual.

Hasta que vuelva a estar junto a ti.
¿Has leído el principito? 

Bien, no importa...
sólo quiero resaltar un pequeño fragmento el cual quedaría perfecto de mí para ti:

«si vienes por ejemplo a las cuatro dela tarde comenzaré a ser feliz desde las tres»

martes, 13 de diciembre de 2016

Creí que tenía las palabras para todo.

Creí que podría encontrar palabra para cada acontecimiento.

Creí que era experta en redactar; escupir las frases más perfectas en situaciones específicas...


Pero no.

Creí que tenía las palabras para todo.
Pero no.

No tengo las palabras para describir tu ausencia, a menos que deje entonces éste blog totalmente en blanco; con palabras mudas, y lágrimas en forma de puntos suspensivos...
No puedo describir lo que se siente pensar en mi futuro, y tener que sacarte de él.
Porque no, no es cambiar por completo mis planes, es simplemente sacarte de ellos; y eliminar de mi visión cualquier gesto de felicidad. 
Porque no, ya no estará allí.
ya no estarás allí.


No puedo describir qué se siente recordar tanta alegría, y luego verme al espejo; y quebrarme.

No puedo describir qué se siente soñar que soy un jarrón al cual dejaron caer y las personas al rededor aplaudían y tomaban fotos de aquellos pedazos rotos, donde los pisaban -me pisaban-.
No puedo describir el sonido del crujido que siento en mis entrañas cada vez que recuerdo ese tipo de sueños. 
O bien, en esos sueños donde soy un fantasmita que vive dentro de un árbol, y cortan el árbol -que es mi refugio- y entonces cae... Pero nadie escucha, y observo a mi alrededor; y no hay nadie, y no hay más árboles, sólo soy yo y mi refugio caído. 
Sólo yo a la deriva, buscando ahora dónde habitar. 
¿Y las hojas? ¿tenía hojitas mi árbol? Ya no recuerdo... Pero quiero ahora ser tan diminuta que pueda 
encajar dentro de cada fibra de las ramitas que puedan quedar en aquel árbol caído.


No puedo describir el sabor de cada lágrima que he desprendido en diferentes situaciones, con diferentes recuerdos, o diferentes intentos de seguir adelante...

Creí que tenía las palabras para todo.
Pero no.

No puedo describir ni siquiera la manera en la cual te necesito.

Te necesito para seguir escribiendo.
Te necesito para seguir escribiendo del amor y sus sabores.
Te necesito para seguir escribiendo de la tristeza y su belleza.
Te necesito para seguir.
Te necesito para describir por qué no te quiero conmigo.
Te necesito para describir por qué seguiría contigo.

Te necesito para gritar a letras cuánto te quiero...
Te necesito para exhalar a letras cuánto te odio... 




Creí que tenía las palabras para todo.
Pero no.




Porque no es tanta la nostalgia, sino más la melancolía de que no estés.
Porque ya no eres, amor, amor, amor, ¿Puedo seguir llamándote así?

ya no eres.
Y por ende, ya no soy. 

Ya no somos.

Y no sabes cómo me quiebra. 


¿Te has dado cuenta lo que has cambiado?

¿Te has dado cuenta lo que me he debilitado? 

¿Te has dado cuenta...? 




Creí que tenía las palabras para todo.
Pero no.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Dos seres.

Dos seres. 

Que te siento, te percibo, te vas y te vuelves...
Que me sientes, me percibes, que me evaporo y me vuelvo...

Dos suspiros unidos por el viento.

domingo, 20 de noviembre de 2016

Sorpresa, sorpresa... No quiero ningún otro tipo de felicidad.

No me gusta la felicidad, no me gusta la felicidad, no me gusta...

No vuelvo a aceptar ni un gramo de felicidad, mucho ya pesa mi alma como para cargar con algo más.

¿Que por qué no me gusta?
Porque, para la vida, la felicidad es como un  bien el cual le debes; así que debes cancelar un impuesto. 
Pero, adivinen...
sorpresa, sorpresa...
La vida te cobra un impuesto con un valor mayor del bien que obtuviste. 

¿Que fuiste feliz hasta más no poder? 
Pues ahora lo pagarás sufriendo, obteniendo un dolor mayor del que puedas soportar. 

Así que no, no me gusta la felicidad. 
Déjenme en orden, sin felicidad, sin dolor, con la brisa andando... En ningún lugar tambaleándome. 

No estás, ya no estás, y ya no quiero que estés... 
Así que no, no quiero que ningún otro tipo felicidad llegue a mi, porque no es real...

jueves, 17 de noviembre de 2016


Hay tanto ruido fuera de mí...
¿Me encierro?

No sé qué hacer.

...
Hay tanto ruido dentro de mí...

¿Salgo?

No sé qué hacer.

Hay tanto ruido fuera de mí...
¿Me encierro?

No sé qué hacer.

...
Hay tanto ruido dentro de mí...

¿Salgo?

No sé qué hacer.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Carta a mi pequeña...

¿Todo está bien?
¿Estás segura, mi niña?

Porque realmente pienso que la ansiedad te está tragando; y él no está allí para abrazarte.
Creo que te estás cayendo a pedacitos, y estás dejando que otras personas tomen partes de ti que no les pertenecen. 
¿Estás tan débil?
Para ya... ¿Qué no ves que te estás matando? 
Él no está, asimila la situación y enfrenta tu soledad. 

¿Qué tienes en contra del silencio? 
¿Qué tienes en contra de la quietud de las cosas? 

Te alteras cuando ves todo el orden... 
Te das cuenta que sigues en problemas, ¿cierto?
Debes volver al psicólogo, mi niña. 
Y... Cuidado con las decisiones que tomas. 
Si te vas, o si no le permites volver; ¿Lo soportarías cuando la turbulencia en ti haya cesado? 

No estás bien; lo sé. Simplemente, por favor, busca un lugar seguro en ti, no en los demás. 
Por favor, por favor no en alguien más...

miércoles, 12 de octubre de 2016

No le digas.

Nena, estás encerrada en una desesperación deseada; y, adivina... Tienes la llave de la salida.

No te aferres, no quieras aferrarte más de lo que ya estás sujeta. Deja ir esa ausencia que ya de por si es ausencia.
No quieras exagerar lo que ya es algo grave.

No le digas, no le digas que le extrañas.
No le digas que le necesitas.
No le digas que cada día tienes la remota esperanza de pasar por su casa y verle fumando en el frente.
No le digas que estás desesperada.
No le digas que los días se te están pasando eternamente...
No le digas que no sabes cómo demonios harás los próximos meses.

No le digas absolutamente nada; no lo trabes, no lo estanques, no lo hagas agonizar, por amor a su amor. Querida, tú ya pasaste por ese viaje, ya sentiste la sensación de impotencia... Pues bien, sabrás que él estará aún más hundido que tú. Pues lo tuyo fue por elección, al menos, aunque luego te arrepintieras, y luego aprendieras a vivir con ello, lejos de todo. En cambio él, él no eligió, querida, él te elije a ti. Así que considera su encierro, ese encierro que sí es encierro, ese terrible sentir de desesperación. No quieras sentir lo que él, porque no lo conseguirás.

Tú quédate como estás, extrañándolo de momentos, anhelándolo cada noche, pensándolo cada mañana, queriendo fumar con él en los atardeceres, y queriendo estar las madrugadas de los fines de semanas junto a él viendo cualquier maratón en la tv, quédate rompiéndote los labios imaginando que son los de él, y encerrándote en tu habitación queriendo ser asfixiada por sus abrazos.

Y cuando en serio lo sientas, cuando esos momentos de suma ansiedad se te acerquen;
no le digas...
porque tú ya pasaste por ese rol de ser el ausente, y aunque quien sufre más no es quien está en lo correcto, considera que tú tienes el poder de ser fría, aunque te rompas por dentro; en cambio él no. Así que no lo rompas con tu dolor, no lo quiebres. Simplemente no le digas.

No le digas.

Nena, estás encerrada en una desesperación deseada; y, adivina... Tienes la llave de la salida.

No te aferres, no quieras aferrarte más de lo que ya estás sujeta. Deja ir esa ausencia que ya de por si es ausencia.
No quieras exagerar lo que ya es algo grave.

No le digas, no le digas que le extrañas.
No le digas que le necesitas.
No le digas que cada día tienes la remota esperanza de pasar por su casa y verle fumando en el frente.
No le digas que estás desesperada.
No le digas que los días se te están pasando eternamente...
No le digas que no sabes cómo demonios harás los próximos meses.

No le digas absolutamente nada; no lo trabes, no lo estanques, no lo hagas agonizar, por amor a su amor. Querida, tú ya pasaste por ese viaje, ya sentiste la sensación de impotencia... Pues bien, sabrás que él estará aún más hundido que tú. Pues lo tuyo fue por elección, al menos, aunque luego te arrepintieras, y luego aprendieras a vivir con ello, lejos de todo. En cambio él, él no eligió, querida, él te elije a ti. Así que considera su encierro, ese encierro que sí es encierro, ese terrible sentir de desesperación. No quieras sentir lo que él, porque no lo conseguirás.

Tú quédate como estás, extrañándolo de momentos, anhelándolo cada noche, pensándolo cada mañana, queriendo fumar con él en los atardeceres, y queriendo estar las madrugadas de los fines de semanas junto a él viendo cualquier maratón en la tv, quédate rompiéndote los labios imaginando que son los de él, y encerrándote en tu habitación queriendo ser asfixiada por sus abrazos.

Y cuando en serio lo sientas, cuando esos momentos de suma ansiedad se te acerquen;
no le digas...
porque tú ya pasaste por ese rol de ser el ausente, y aunque quien sufre más no es quien está en lo correcto, considera que tú tienes el poder de ser fría, aunque te rompas por dentro; en cambio él no. Así que no lo rompas con tu dolor, no lo quiebres. Simplemente no le digas.

domingo, 9 de octubre de 2016

Alterando el sistema nervioso central.


Lo intento... 
Juro que intento mantener el control.
La felicidad me toma siempre por sorpresa, y de pronto se va; y queda una especie de sombra.

Pero díganme ¿Quién puede sobrevivir, sonreír a base de sombras? Porque yo realmente no...
Y por más que lo desee; por más en linea recta que vaya, siempre habrá un momento en el cual, si no siento que me sostienes, caeré.

Momentos de inestabilidad
Me haces falta
¿Dónde diablos estás?
No te caigas...
No te apoyes en mí, te necesito, nos necesito.
¿Por qué no puedes levantarte?
¡Deja de jalarme!

Y caí.

Y tú te enfadas, y me reprochas, y yo simplemente me muerdo la lengua cuando realmente quiero gritarte un  "¿En dónde demonios estás? Te necesito; ¿por qué no me estás abrazando?"
Es que me hace falta, incluso, observar tu rabia; la manera en la cual haces tus ademanes y las muecas con tus labios; y no, ni eso me das. 

Te extraño tanto...
A ti te hace daño verme, y a mí no hacerlo...

Y disculpa, no mal entiendas, no fue por ti que caí; fue por mí; fue por mi falta de ti. Esas sombras no me bastan, y necesito algo más; sentir algo más que tus palabras. Así que caí; y se sintió igual o peor que recordar tu ausencia.

Yo intento mantener el control, pero quiero hacer tantas cosas, y no estás aquí para acompañarme...
Lo siento, seguiré autodestruyéndome en mi habitación, no me reproches, no puedes. Pues yo entiendo que no estés, así que entiende que necesito no estar consciente de tu ausencia.

[Las sombras que me dejaste me hieren, me sonríen y me hieren.]

sábado, 8 de octubre de 2016

Un poco más y volverá a tu hogar.

¿Quién te crees que eres para hacerme prometerte tantas cosas y luego dejarme a la deriva?

Me dices que espere, que espere, que espere... Y no sabes lo que no soporto ésta ausencia a medias.

¿Qué planeas hacer? ¿Te gusta ésta rutina? Hacerme sufrir, hacerme reír, hacerme agonizar desde una felicidad que realmente me la haces imaginar.
¿En qué pensabas cuando estabas en el avión? ¿Qué nuevas palabras tendrás que aprender para tu próximo vuelo? ¿Y luego? ¿Qué le dejaré para el tercero?¿Qué le haré creer al cuarto?

No quiero una vida de espera.

Y sé que nada de ésto lo he de sentir mientras apareces, pero, es que cuando no estás...
No te imaginas las grietas que se han de formar dentro de mí. Grietas cada vez más y más grandes, más profundas...
Ya mis manos me tiemblan al pensarte; me toca decirles que no, que aún no has llegado; que aguarden...
Un poco más...
Un poco más...

Aunque sepa que es mucho; sólo me toca no hacerlas desesperar. No hacerme desesperar.

Entonces me digo, no te preocupes; esas grietas cuando él vuelva no serán nada. No te desesperes, querida, no agonices, sólo falta un poco...
Un poco más.
Un poco más y le tendrás contigo; susurrándote bajito, que ya ha pasado lo peor. Y tú sabrás que no será así, pero sin embargo sonreirás; y le creerás...

viernes, 7 de octubre de 2016

Me tienes en ruinas.

¿Cómo empiezo?
Se me ha olvidado la manera de escribir...
Están todas éstas palabras revoloteándose de un lado a otro dentro de mi cabeza y no sé, no tengo ni idea de cómo ordenarlas...

Estando contigo se me ha olvidado escribir.

¿Qué te digo?
No lo sé.

¿Qué ha pasado?

*El silencio se acerca y eriza mi piel...*

Ha iniciado el llanto.
No he querido, lo siento.
Bien, creo que la humedad del dolor en mis mejillas ha ordenado las palabras; pero ahora hay más. Haré el intento...

Te necesito.
Así es, es exactamente eso.
Te necesito; pero sé que aún no puedes volver.
¿Qué se supone que debo hacer con el tiempo de ocio mental?

Así es, tiempo de ocio mental.

Porque, querido, te juro que he intentado ocuparme de todo; y lo hago, que no te quepa duda.
Pero...
Es que en clases basta con verle el rostro a cualquier persona e inmediatamente, como por arte de magia, le encontraré algún rasgo que tengas.
Y en la calle; mientras personas caminan de un lado a otro, yo me quedaré de pronto aturdida, pues veré en cada individuo la sombra de tu silueta.
Y fumando cigarrillo; no importa en dónde demonios esté, si aquí o en Urano; siempre estaré esperando escuchar tu voz diciéndome cualquier tontería.
Al dormir, yo simplemente deseo -como niña que espera la llegada de santa clous en navidad frente al árbol- despertar junto a ti; y decirte bajito, con un tono dolido, que he tenido la peor de las pesadillas...
Pero despierto y; amor, yo despierto y digo que no he despertado, ¿Puedes ayudarme? ¿Puedes venir a despertarme?
Me siento tan fuera de mí sin ti... Y es tan patético que a la vez me vivo reclamando cosas como:
- Deja de fumar, él no aparecerá de pronto.
- Deja de mirar a ese chico, él no es quien quieres que sea.
- Presta atención a la clase, deja de escribir como si le fueses a leer eso hoy.
- Apaga el celular, él no llamará...
- ¡Termina de hacerle la factura al señor y deja de sacar cuentas de los días que te faltan para verle!

Me tienes en ruina...

Estoy cansada mentalmente; y no puedo demostrarlo más que con una fría indiferencia que en mí se propaga como fuego y hace que repudie de pronto todo lo que dices, todo lo que haces, y todo lo que tengo de ti no lo quiera ni ver...

De pronto no te soporto, y es que no soporto no tener el control acerca de cómo sentirme con respecto a todo ésto.

Quiero huir, te juro, juro que quiero huir, pero sería no tenerte, sería no tener la esperanza de volver a ti; amor, no quiero estar sin ti, no soporto estar sin ti. Tengo demasiado miedo de mi dolor, y de como se manifiesta, y de la manera en la cual te perjudica. Maldita sea, no te quiero alejar...
Pero es contraer tantas palabras que quiero decir, que sólo esbozo la que menos siento, la que con más claridad ha de salir... La que no me duela.

No soporto no tener el control acerca de lo que de pronto siento; no soporto sollozar en las noches; no soporto que no estés aquí.

Disculpa por hacerte saber todo esto; pero si no es a ti, ¿A quién?

Si es el fantasma de tus manos, las sombras de tus besos los que me acompañan en las madrugadas...
Mi cuerpo pregunta, ¿Qué ha sucedido? ¿Por qué ahora te vales de siluetas?
El hecho es que...
 Te necesito.
Te echo de menos.

domingo, 21 de agosto de 2016

El tiempo y tu pronta ausencia.

Reinará el silencio cuando te marches...
A las calles las veré completamente vacías, aunque estén repleta de gente.

¿Cómo te hago entender lo mucho que te voy a extrañar?
Demonios, ¿Con quién beberé café mientras fumo?
No quiero que nadie me toque si no eres tú, por favor, haz que éste tiempo sin ti no sea tan doloroso, que no sea tan largo. Por favor, envíame algunas lunas de mandarina para recordarte y sentirte cerca. No lo sé.
Si estar todo el día y toda la noche contigo no me parece suficiente, imagina cómo percibo tu ausencia... Agonía para mí.
Le temo al pasar de los días, de por sí siempre me he visto afectada por el tiempo, nunca me alcanza para nada, nunca estoy a tiempo. Antes era odio, ahora siento miedo. Le tengo miedo al tiempo, porque es lo que te aleja de mí por ahora, aunque sea lo mismo que traerá devuelta luego de tu partida.
Pero, amor, por ahora, es quien te aparte de mí y lo odio, lo odio, lo odio, temo que no me alcance el tiempo para hacerte saber que eres el único que quiero conmigo, tengo miedo de que no vuelvas, tengo miedo de que vuelvas pero no siendo el mismo, no con los mismos pensamientos de querer estar conmigo.
¿Es que no entiendes lo aterrada que estoy?

Adoro cuando me dices una y otra y otra vez que estoy hermosa. Sobre todo cuando sé que no lo estoy.
Me encanta escuchar cuánto te gusto. Me enamora que te gusten cosas de mí que ni siquiera yo soporto.
Simplemente quisiera que me encantase al natural, sin apuros, sin prisa.
Quisiera no tener un calendario mental contando los días que te quedan conmigo, sino en cambio, un calendario con los días que nos sobran. Quisiera abrazarte y saber que te puedo soltar sin problema, por un par de segundos, porque tengo muchos más pendientes junto a ti...

Pero ya que no es así, te lo debo decir: Adoro adorarte, y espero seguir haciéndolo. Y a pesar de lo aterrada que estoy, quiero tener fe. Por ti, para estar junto a ti.

El fin del mundo se acerca...

Que cómico... Hay rumores que el mundo se va a acabar dentro de poco.
Seguro que lo has escuchado. Esos rumores siempre han existido.
Los rumores de 1999, del 2000. Unos que se escucharon en 2013 y otros en 2015.
Incluso uno último que se esperaba el 29 de julio de éste 2016.

Ilusos aquellos religiosos que creen en profecías, teniendo supuestas fechas para el cometido, y errados todos los científicos que dicen que aún faltan millones de años luz para que ocurra.
¿Quieren que les de la fecha exacta?
El 24 de septiembre de éste año, justo a las 6:00 de la mañana el mundo se va a acabar.
Así es, y será justo antes de abrazarte; será también segundos antes de haberte besado con lágrimas ardiendo por mis mejillas. Recibiré el fin del mundo algo hinchada, con la voz muy, muy ronca.
Éste fin de mundo será un tanto particular, pues a las 6 con 01 minutos, quizás las personas sigan caminando, quizás los bebés sigan llorando, y los automóviles se sigan tragando las luces de los semáforos...
Pero, el mundo ya estará muerto; aunque ni el mismo mundo lo sepa.
Será algo particular, pues, nadie más que yo lo notará.

Las personas pasarán a mi lado, y yo sólo veré a especies muertas, sin color a mi alrededor.
Mi mundo se irá, así es, primero escucharé un terrible despegue, y ya luego, lo veré pasar a través del cielo, por las nubes densas.
Seguiré existiendo, por supuesto, pero el mundo, como ya dije, estará muerto.

No percibiré ninguna sonrisa, no existirá para mí el tiempo, las horas, los minutos. Pues, ¿para qué lo necesitaré si no será en cuenta regresiva para verte?
contaré en años, y así justo al decir que ha pasado el número 1, ya estarás de regreso -O es lo que deseo-
Aunque quién sabe, posiblemente mi mundo reviva mucho antes que eso... Aún no lo sé.
Pues, amor, contando las horas, iniciando desde las 6am, serían aproximadamente unas 8.760 (ocho mil setecientos setenta) horas. Sin contar los contratiempos... Pero tengo esperanzas, creo que será mucho antes; aunque sin embargo, explícame cómo he de sobrevivir a tantas, si con tan sólo 48 horas sin ti son una completa agonía...

sábado, 20 de agosto de 2016

A la poesía hay que amarla por completo.

Tienes esa sonrisa por la cual provoca decir cualquier tontería para verla
esa mirada por la cual provoca seguirte sonriendo para toda la vida, sólo, sólo para sostener esa mirada por siempre... 
Porque, amor, esa mirada tuya es poesía misma, y  a la poesía hay que amarla por completo, admirarla, sostenerla, crearla y renovarla si es posible. Y a esa mirada le cabe todo, percibo allí un sosiego de querer realmente increíble. Quiero que me mires así toda la vida, quiero seguir haciendo lo que hago de la manera en que lo hago contigo, los besos a mil millas por hora, las caricias en el rostro, respirar en tu cuello, enrollarme en ti, cuidarte, cuidarte, cuidarte como el tesoro que siempre he querido tener conmigo, el único tesoro que no tendría precio en el mundo. 
Quiero seguir haciéndote tan feliz, que se te sigan escapando esos "te amo" que tanto odias decir, y que yo tanto adoro escuchar. 

Eres un mar de cosquillas, que tiende a ahogarme. 
Amor, nada como tus pestañas largas, adoro besarles y bendecirles. En cada una de ellas está guardado mi deseo de no perderte bajo ninguna circunstancia -bajo ninguna grosera distancia-

Tu forma de abrazarme dice tanto, que cuando vas a esbozar cualquier palabra, te interrumpo con un beso enorme, pues, aunque termines diciendo ese montón de chorrada bonita que ibas a decir, mi beso habría sido porque ya sabía lo que dirías, porque tu abrazo siempre me lo dice todo. Y no sabes lo hermoso de adivinar tus palabras, de saber incluso en el momento que tu mano desea atajar la mía. 

En todo momento nos siento poesía.