sábado, 20 de agosto de 2016

A la poesía hay que amarla por completo.

Tienes esa sonrisa por la cual provoca decir cualquier tontería para verla
esa mirada por la cual provoca seguirte sonriendo para toda la vida, sólo, sólo para sostener esa mirada por siempre... 
Porque, amor, esa mirada tuya es poesía misma, y  a la poesía hay que amarla por completo, admirarla, sostenerla, crearla y renovarla si es posible. Y a esa mirada le cabe todo, percibo allí un sosiego de querer realmente increíble. Quiero que me mires así toda la vida, quiero seguir haciendo lo que hago de la manera en que lo hago contigo, los besos a mil millas por hora, las caricias en el rostro, respirar en tu cuello, enrollarme en ti, cuidarte, cuidarte, cuidarte como el tesoro que siempre he querido tener conmigo, el único tesoro que no tendría precio en el mundo. 
Quiero seguir haciéndote tan feliz, que se te sigan escapando esos "te amo" que tanto odias decir, y que yo tanto adoro escuchar. 

Eres un mar de cosquillas, que tiende a ahogarme. 
Amor, nada como tus pestañas largas, adoro besarles y bendecirles. En cada una de ellas está guardado mi deseo de no perderte bajo ninguna circunstancia -bajo ninguna grosera distancia-

Tu forma de abrazarme dice tanto, que cuando vas a esbozar cualquier palabra, te interrumpo con un beso enorme, pues, aunque termines diciendo ese montón de chorrada bonita que ibas a decir, mi beso habría sido porque ya sabía lo que dirías, porque tu abrazo siempre me lo dice todo. Y no sabes lo hermoso de adivinar tus palabras, de saber incluso en el momento que tu mano desea atajar la mía. 

En todo momento nos siento poesía. 

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