domingo, 20 de noviembre de 2016

Sorpresa, sorpresa... No quiero ningún otro tipo de felicidad.

No me gusta la felicidad, no me gusta la felicidad, no me gusta...

No vuelvo a aceptar ni un gramo de felicidad, mucho ya pesa mi alma como para cargar con algo más.

¿Que por qué no me gusta?
Porque, para la vida, la felicidad es como un  bien el cual le debes; así que debes cancelar un impuesto. 
Pero, adivinen...
sorpresa, sorpresa...
La vida te cobra un impuesto con un valor mayor del bien que obtuviste. 

¿Que fuiste feliz hasta más no poder? 
Pues ahora lo pagarás sufriendo, obteniendo un dolor mayor del que puedas soportar. 

Así que no, no me gusta la felicidad. 
Déjenme en orden, sin felicidad, sin dolor, con la brisa andando... En ningún lugar tambaleándome. 

No estás, ya no estás, y ya no quiero que estés... 
Así que no, no quiero que ningún otro tipo felicidad llegue a mi, porque no es real...

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