miércoles, 12 de octubre de 2016

No le digas.

Nena, estás encerrada en una desesperación deseada; y, adivina... Tienes la llave de la salida.

No te aferres, no quieras aferrarte más de lo que ya estás sujeta. Deja ir esa ausencia que ya de por si es ausencia.
No quieras exagerar lo que ya es algo grave.

No le digas, no le digas que le extrañas.
No le digas que le necesitas.
No le digas que cada día tienes la remota esperanza de pasar por su casa y verle fumando en el frente.
No le digas que estás desesperada.
No le digas que los días se te están pasando eternamente...
No le digas que no sabes cómo demonios harás los próximos meses.

No le digas absolutamente nada; no lo trabes, no lo estanques, no lo hagas agonizar, por amor a su amor. Querida, tú ya pasaste por ese viaje, ya sentiste la sensación de impotencia... Pues bien, sabrás que él estará aún más hundido que tú. Pues lo tuyo fue por elección, al menos, aunque luego te arrepintieras, y luego aprendieras a vivir con ello, lejos de todo. En cambio él, él no eligió, querida, él te elije a ti. Así que considera su encierro, ese encierro que sí es encierro, ese terrible sentir de desesperación. No quieras sentir lo que él, porque no lo conseguirás.

Tú quédate como estás, extrañándolo de momentos, anhelándolo cada noche, pensándolo cada mañana, queriendo fumar con él en los atardeceres, y queriendo estar las madrugadas de los fines de semanas junto a él viendo cualquier maratón en la tv, quédate rompiéndote los labios imaginando que son los de él, y encerrándote en tu habitación queriendo ser asfixiada por sus abrazos.

Y cuando en serio lo sientas, cuando esos momentos de suma ansiedad se te acerquen;
no le digas...
porque tú ya pasaste por ese rol de ser el ausente, y aunque quien sufre más no es quien está en lo correcto, considera que tú tienes el poder de ser fría, aunque te rompas por dentro; en cambio él no. Así que no lo rompas con tu dolor, no lo quiebres. Simplemente no le digas.

No le digas.

Nena, estás encerrada en una desesperación deseada; y, adivina... Tienes la llave de la salida.

No te aferres, no quieras aferrarte más de lo que ya estás sujeta. Deja ir esa ausencia que ya de por si es ausencia.
No quieras exagerar lo que ya es algo grave.

No le digas, no le digas que le extrañas.
No le digas que le necesitas.
No le digas que cada día tienes la remota esperanza de pasar por su casa y verle fumando en el frente.
No le digas que estás desesperada.
No le digas que los días se te están pasando eternamente...
No le digas que no sabes cómo demonios harás los próximos meses.

No le digas absolutamente nada; no lo trabes, no lo estanques, no lo hagas agonizar, por amor a su amor. Querida, tú ya pasaste por ese viaje, ya sentiste la sensación de impotencia... Pues bien, sabrás que él estará aún más hundido que tú. Pues lo tuyo fue por elección, al menos, aunque luego te arrepintieras, y luego aprendieras a vivir con ello, lejos de todo. En cambio él, él no eligió, querida, él te elije a ti. Así que considera su encierro, ese encierro que sí es encierro, ese terrible sentir de desesperación. No quieras sentir lo que él, porque no lo conseguirás.

Tú quédate como estás, extrañándolo de momentos, anhelándolo cada noche, pensándolo cada mañana, queriendo fumar con él en los atardeceres, y queriendo estar las madrugadas de los fines de semanas junto a él viendo cualquier maratón en la tv, quédate rompiéndote los labios imaginando que son los de él, y encerrándote en tu habitación queriendo ser asfixiada por sus abrazos.

Y cuando en serio lo sientas, cuando esos momentos de suma ansiedad se te acerquen;
no le digas...
porque tú ya pasaste por ese rol de ser el ausente, y aunque quien sufre más no es quien está en lo correcto, considera que tú tienes el poder de ser fría, aunque te rompas por dentro; en cambio él no. Así que no lo rompas con tu dolor, no lo quiebres. Simplemente no le digas.

domingo, 9 de octubre de 2016

Alterando el sistema nervioso central.


Lo intento... 
Juro que intento mantener el control.
La felicidad me toma siempre por sorpresa, y de pronto se va; y queda una especie de sombra.

Pero díganme ¿Quién puede sobrevivir, sonreír a base de sombras? Porque yo realmente no...
Y por más que lo desee; por más en linea recta que vaya, siempre habrá un momento en el cual, si no siento que me sostienes, caeré.

Momentos de inestabilidad
Me haces falta
¿Dónde diablos estás?
No te caigas...
No te apoyes en mí, te necesito, nos necesito.
¿Por qué no puedes levantarte?
¡Deja de jalarme!

Y caí.

Y tú te enfadas, y me reprochas, y yo simplemente me muerdo la lengua cuando realmente quiero gritarte un  "¿En dónde demonios estás? Te necesito; ¿por qué no me estás abrazando?"
Es que me hace falta, incluso, observar tu rabia; la manera en la cual haces tus ademanes y las muecas con tus labios; y no, ni eso me das. 

Te extraño tanto...
A ti te hace daño verme, y a mí no hacerlo...

Y disculpa, no mal entiendas, no fue por ti que caí; fue por mí; fue por mi falta de ti. Esas sombras no me bastan, y necesito algo más; sentir algo más que tus palabras. Así que caí; y se sintió igual o peor que recordar tu ausencia.

Yo intento mantener el control, pero quiero hacer tantas cosas, y no estás aquí para acompañarme...
Lo siento, seguiré autodestruyéndome en mi habitación, no me reproches, no puedes. Pues yo entiendo que no estés, así que entiende que necesito no estar consciente de tu ausencia.

[Las sombras que me dejaste me hieren, me sonríen y me hieren.]

sábado, 8 de octubre de 2016

Un poco más y volverá a tu hogar.

¿Quién te crees que eres para hacerme prometerte tantas cosas y luego dejarme a la deriva?

Me dices que espere, que espere, que espere... Y no sabes lo que no soporto ésta ausencia a medias.

¿Qué planeas hacer? ¿Te gusta ésta rutina? Hacerme sufrir, hacerme reír, hacerme agonizar desde una felicidad que realmente me la haces imaginar.
¿En qué pensabas cuando estabas en el avión? ¿Qué nuevas palabras tendrás que aprender para tu próximo vuelo? ¿Y luego? ¿Qué le dejaré para el tercero?¿Qué le haré creer al cuarto?

No quiero una vida de espera.

Y sé que nada de ésto lo he de sentir mientras apareces, pero, es que cuando no estás...
No te imaginas las grietas que se han de formar dentro de mí. Grietas cada vez más y más grandes, más profundas...
Ya mis manos me tiemblan al pensarte; me toca decirles que no, que aún no has llegado; que aguarden...
Un poco más...
Un poco más...

Aunque sepa que es mucho; sólo me toca no hacerlas desesperar. No hacerme desesperar.

Entonces me digo, no te preocupes; esas grietas cuando él vuelva no serán nada. No te desesperes, querida, no agonices, sólo falta un poco...
Un poco más.
Un poco más y le tendrás contigo; susurrándote bajito, que ya ha pasado lo peor. Y tú sabrás que no será así, pero sin embargo sonreirás; y le creerás...

viernes, 7 de octubre de 2016

Me tienes en ruinas.

¿Cómo empiezo?
Se me ha olvidado la manera de escribir...
Están todas éstas palabras revoloteándose de un lado a otro dentro de mi cabeza y no sé, no tengo ni idea de cómo ordenarlas...

Estando contigo se me ha olvidado escribir.

¿Qué te digo?
No lo sé.

¿Qué ha pasado?

*El silencio se acerca y eriza mi piel...*

Ha iniciado el llanto.
No he querido, lo siento.
Bien, creo que la humedad del dolor en mis mejillas ha ordenado las palabras; pero ahora hay más. Haré el intento...

Te necesito.
Así es, es exactamente eso.
Te necesito; pero sé que aún no puedes volver.
¿Qué se supone que debo hacer con el tiempo de ocio mental?

Así es, tiempo de ocio mental.

Porque, querido, te juro que he intentado ocuparme de todo; y lo hago, que no te quepa duda.
Pero...
Es que en clases basta con verle el rostro a cualquier persona e inmediatamente, como por arte de magia, le encontraré algún rasgo que tengas.
Y en la calle; mientras personas caminan de un lado a otro, yo me quedaré de pronto aturdida, pues veré en cada individuo la sombra de tu silueta.
Y fumando cigarrillo; no importa en dónde demonios esté, si aquí o en Urano; siempre estaré esperando escuchar tu voz diciéndome cualquier tontería.
Al dormir, yo simplemente deseo -como niña que espera la llegada de santa clous en navidad frente al árbol- despertar junto a ti; y decirte bajito, con un tono dolido, que he tenido la peor de las pesadillas...
Pero despierto y; amor, yo despierto y digo que no he despertado, ¿Puedes ayudarme? ¿Puedes venir a despertarme?
Me siento tan fuera de mí sin ti... Y es tan patético que a la vez me vivo reclamando cosas como:
- Deja de fumar, él no aparecerá de pronto.
- Deja de mirar a ese chico, él no es quien quieres que sea.
- Presta atención a la clase, deja de escribir como si le fueses a leer eso hoy.
- Apaga el celular, él no llamará...
- ¡Termina de hacerle la factura al señor y deja de sacar cuentas de los días que te faltan para verle!

Me tienes en ruina...

Estoy cansada mentalmente; y no puedo demostrarlo más que con una fría indiferencia que en mí se propaga como fuego y hace que repudie de pronto todo lo que dices, todo lo que haces, y todo lo que tengo de ti no lo quiera ni ver...

De pronto no te soporto, y es que no soporto no tener el control acerca de cómo sentirme con respecto a todo ésto.

Quiero huir, te juro, juro que quiero huir, pero sería no tenerte, sería no tener la esperanza de volver a ti; amor, no quiero estar sin ti, no soporto estar sin ti. Tengo demasiado miedo de mi dolor, y de como se manifiesta, y de la manera en la cual te perjudica. Maldita sea, no te quiero alejar...
Pero es contraer tantas palabras que quiero decir, que sólo esbozo la que menos siento, la que con más claridad ha de salir... La que no me duela.

No soporto no tener el control acerca de lo que de pronto siento; no soporto sollozar en las noches; no soporto que no estés aquí.

Disculpa por hacerte saber todo esto; pero si no es a ti, ¿A quién?

Si es el fantasma de tus manos, las sombras de tus besos los que me acompañan en las madrugadas...
Mi cuerpo pregunta, ¿Qué ha sucedido? ¿Por qué ahora te vales de siluetas?
El hecho es que...
 Te necesito.
Te echo de menos.