El miedo no me está consumiendo, me está quemando... Se aloja en mis intestinos como los parásitos, y se esparce. Siento el fuego como si tuviese fuego realmente en mi estómago. Y no puedo más.
La tristeza recorre mis pulmones, y aunque le pido que salga para respirar mejor, ella no se aleja, no se va. Tengo una agonía que mantiene mis poros abiertos todo el tiempo, pues mi cuerpo cree que así se irá, pero no, ni por mis poros, ni por mis párpados.
Llevo días con los párpados hinchados y no es suficiente, ni la tristeza, ni la agonía, ni el miedo se acaba, o se aleja. Me siento totalmente deshidratada, y me sigo sintiendo igual de saturada.
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