Has tenido demasiado pasado, es cierto. Pero debes seguir adelante...
No es que hayan sido tantos ángeles los que has perdido, pero en definitiva, los que más has apreciado en la vida. Y ese es el motivo por el cual tus heridas permanecen abiertas, titilando, están como infectadas, pues no es difícil notarlo.
Mira bien, en los rincones de tus recuerdos más preciados...
Estuvieron, ¿sabes?
No fueron de mentiras, así que no te lo reproches. No quieras volver atrás, queriendo eliminar tanto de tu vida, tanta felicidad...
Que ahora sufres por ello, por supuesto, y no te digo que ese dolor vaya a desaparecer, pero debes aprender a lidiar con ello.
Que hay marcas en tu piel, que hay huellas dactilares en tu espalda y cintura; por supuesto... Pero aún no es como que estén buscando a algún asesino.
Vamos, muñeca, sigue, que estás viva, y puedes hacer más con toda esa esperanza que no has aprendido a notar.
Sigues escribiendo, y eso te da vida. Así que no quieras dejar de hacerlo, porque allí entonces estaría tu muerte... En el silencio, en tu desaparición; en tu huida de las letras.
Muñeca, respira, baja tus párpados por un par de horas, reiníciate. Tú puedes, porque lo has hecho millones de veces si miras atrás.
Piensa en cosas bonitas... Hacia delante, no hacia atrás.
Que te digo que mires en los recuerdos, porque a veces hay que tomar vuelo dando un paso atrás.
Que quizás estás sola ahora, pero cálmate. Mira al cielo, y toma fotos de esas nubes que tanto te encantan. Arroja tu cuerpo en medio de los arbustos como siempre te ha divertido hacerlo, y busca mariposas, y arranca flores para imaginar que alguien te obsequia alguna; porque eso es esperanza. Busca mariquitas para imaginar que tú las dibujaste para que estuvieran allí.
Permanece, que tus heridas siguen vivas porque aún lo estás tú.
Y a todas éstas... ¿Qué sería de ti, y de tu poesía sin ellas, sin ellos, sin el dolor?
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