ni aquí
ni en ti.
Niña, no tires tu corazón roto por una ausencia que ya era ausencia. No te destruyas, ni le destruyas.
Síguele queriendo como has sabido hacerlo todo este tiempo, aún con el rastro que llevas en tus costillas con la marca de sus zapatos encima.
Ahora enfócate en seguir; aunque ya no veas su sonrisa.
Porque te despojaste de ese fantasma, para quedarte con su luz. Con lo que crees que es luz.
Que no es gasparín, aunque quizás tenga alguna similitud. Pero bien; sigue.
No te congeles porque ya no tienes con quién llorar, o con quién parar de llorar. Mantén tu decisión... de protegerle, y a la vez protegerte.
Y tranquila si quieres odiarle por un par de días por hacerte añorarle, no te preocupes, pues tu intención te separará de ese sentimiento pronto, cuando sepas que así todo está mejor; porque ya tienes los pies en el suelo. Aunque eso sea gracias a que ya no está, a que desde hace rato no quieres que esté.
"Porque al inicio, y luego ya casi al final de tu partida; de tu segunda partida, yo me lanzaba de tu vertiente sin fijarme si había agua esperándome para sumergirme en ella; en ti. Pero luego... Luego de mucho y luego de tanto, empecé a temer acercarme a tu orilla, y luego de estar allí miraba una y otra vez hacia el fondo, hacia abajo. Y déjame decirte que aún cuando veía que todo estaba en orden al acercarme al borde de la ladera, aún cuando podía apreciar que había un océano esperándome, y que no veía piedras al fondo... No lo creía. No creía en ti, ni en tu orilla ni en tu océano. Y tampoco creía en mí, en mi juicio. "
Y así -dice que supone ella- es como todo acaba...
Pero sí -dice- no niego que sonrío al pensarle.
Y que le agradezco y le reprocho mucho.
(Que más lo primero que lo segundo)
Y que pasará rato para que salga a fumar y no piense en su compañía.
Pero así es como es
Que ya no está
-desde hace mucho-
-desde hace mucho-
ni aquí
-y espero que ya no-
ni en mí.