viernes, 23 de diciembre de 2016

Ya no.

Por unos segundos me creí la golondrina más feliz del universo...

Pero no es así, sigo siendo humano.
Los humanos no tenemos almas gemelas.
Los humanos rompemos promesas.

Entonces caigo en cuenta que,
aunque te percibía como mi rayito de luz
también sigues siendo humano...

Los humanos no somos fieles.
¿Ya lo dije?
Los humanos rompemos promesas.

Los humanos sólo destruyen y destruyen; y cuando paran, es porque son destruidos...

Quiero olvidar las pequeñas cosas. 
Quiero olvidar esas galaxias en tu cuello marcado. 
Quiero olvidar las lunitas de mandarinas.
Quiero olvidar tu manía de ir de un lado a otro en un mismo sitio. 
Quiero olvidar que te nombré mi poema favorito.
Quiero olvidar la sensación de tus pestañas en mis mejillas... 


Aunque terminaras escupiéndome la cara con sangre...
Un momento
...
disculpa, ¿esa herida la ocasioné yo?
...
creo que deberías dar marcha atrás...
 no te quiero ver, ni siquiera deseo hacerte sanar... 

¿Cómo te atreves a echarme a patadas de tu vida? 
Ni yo con tu tanto, tanto, tanto...  pude reaccionar así. 

Nos dimos lo que pudimos, ¿no es así?  
El amor estuvo algún día ¿Cierto?
De igual manera; amor...
Lo siento, amor.
¡No! Amor.
Amor no... 
No, ya no...
Detente, mente, espera un poco...

Bien, ya. 
Sigamos...

...

Tampoco pienso sanar. 
De ti quiero que quede una gran, gran cicatriz; entonces no permitirte ni en pensamiento.

Y así
cada vez que te recuerde,
mi mente se encargue de nublar tu rostro por completo...

Entonces pensaré "¿Quién ha sido ese?"

Me daré al menos mil noches de luto, por la inocencia de creer que ésta vez sería diferente... 

¿Me puedes decir qué hice mal? 

No, olvídalo. 
No quiero que nombres la fecha, esa fecha. 
No quiero que describas mi primer abrazo para responder mi pregunta. 

No quiero escucharte; no quiero herirme.
No quiero escucharte; no quiero herirme.
No quiero escucharte; no quiero herirme.
No quiero escucharte; no quiero herirme.
No quiero verte; no quiero herirme.
No quiero verte; no quiero herirme.
No quiero verte; no quiero herirme.
No quiero verte; no quiero herirme.
No quiero pensarte; no quiero herirme.

No
 quiero
   recordarte...

Por unos segundos nos creí las golondrinas más felices y esperanzadas del universo...
Pero somos humanos...
Los humanos sólo destruyen y destruyen; y cuando paran, es porque son destruidos.

lunes, 19 de diciembre de 2016

Junto a ti...

Me pasa que veo nuestras fotos... Y observo que 
tuve una sonrisa tan hermosa junto a ti.
Noté que, contigo, no temo ser abrazada.

¿Sabes algo?
De vez en cuando juego a crear películas mentales; como reviviendo esos momentos...
esos momentos... en los cuales tuve una sonrisa tan hermosa junto a ti.



Y bien, creo que tengo otra confesión.
Espero no te molestes
sé que la envidia no es buena, pero...

No  te imaginas la envidia que le tengo a Florida.
No, no te imaginas.
Envidio a sus semáforos en rojo que te indican cuándo detenerte...
Ellos te miran, amor, incluso los semáforos;
 sé que se colocan en rojo apropósito sólo para que estés frente a ellos un rato.
¿Y cuando se colocan en verde? 
-Te preguntarás-
Pues es la ciudad que manda a que los coloquen en verde otra vez, 
 porque distraes todo a su alrededor.
Así es como influencias la ciudad; y  posiblemente ni lo notas...
¡A sus gentes!
Influencias a sus gentes, y también les envidio, por supuesto.
Sus gentes pueden mirarte a los ojos, y en un trayecto de un lado a otro 
(en una caminata común) 
pues ellos te rozan... Te rozan, amor, y yo aquí deseando tocarte.

¿Sabes a qué también le tengo envidia?

A los edificios; esos que toda mi vida he amado, pues hoy en día se roban tu atención; esa que ya no tengo.
Le observas y los detallas; y yo estoy tan lejos de ti, de que me mires algo parecido...


Y qué pesar
de verdad

Qué pesar saber que sonríes y que no estoy frente a ti para decirte que esa es -sin duda- mi sonrisa favorita en todo el mundo. Esa, esa que viene de ti. 
Aunque, -por supuesto- se sentiría mucho mejor si fuese por mí. 

Mi sonrisa, en cambio, está como en espera, o algo parecido...
Mi felicidad igual.

Hasta que vuelva a estar junto a ti.
¿Has leído el principito? 

Bien, no importa...
sólo quiero resaltar un pequeño fragmento el cual quedaría perfecto de mí para ti:

«si vienes por ejemplo a las cuatro dela tarde comenzaré a ser feliz desde las tres»

martes, 13 de diciembre de 2016

Creí que tenía las palabras para todo.

Creí que podría encontrar palabra para cada acontecimiento.

Creí que era experta en redactar; escupir las frases más perfectas en situaciones específicas...


Pero no.

Creí que tenía las palabras para todo.
Pero no.

No tengo las palabras para describir tu ausencia, a menos que deje entonces éste blog totalmente en blanco; con palabras mudas, y lágrimas en forma de puntos suspensivos...
No puedo describir lo que se siente pensar en mi futuro, y tener que sacarte de él.
Porque no, no es cambiar por completo mis planes, es simplemente sacarte de ellos; y eliminar de mi visión cualquier gesto de felicidad. 
Porque no, ya no estará allí.
ya no estarás allí.


No puedo describir qué se siente recordar tanta alegría, y luego verme al espejo; y quebrarme.

No puedo describir qué se siente soñar que soy un jarrón al cual dejaron caer y las personas al rededor aplaudían y tomaban fotos de aquellos pedazos rotos, donde los pisaban -me pisaban-.
No puedo describir el sonido del crujido que siento en mis entrañas cada vez que recuerdo ese tipo de sueños. 
O bien, en esos sueños donde soy un fantasmita que vive dentro de un árbol, y cortan el árbol -que es mi refugio- y entonces cae... Pero nadie escucha, y observo a mi alrededor; y no hay nadie, y no hay más árboles, sólo soy yo y mi refugio caído. 
Sólo yo a la deriva, buscando ahora dónde habitar. 
¿Y las hojas? ¿tenía hojitas mi árbol? Ya no recuerdo... Pero quiero ahora ser tan diminuta que pueda 
encajar dentro de cada fibra de las ramitas que puedan quedar en aquel árbol caído.


No puedo describir el sabor de cada lágrima que he desprendido en diferentes situaciones, con diferentes recuerdos, o diferentes intentos de seguir adelante...

Creí que tenía las palabras para todo.
Pero no.

No puedo describir ni siquiera la manera en la cual te necesito.

Te necesito para seguir escribiendo.
Te necesito para seguir escribiendo del amor y sus sabores.
Te necesito para seguir escribiendo de la tristeza y su belleza.
Te necesito para seguir.
Te necesito para describir por qué no te quiero conmigo.
Te necesito para describir por qué seguiría contigo.

Te necesito para gritar a letras cuánto te quiero...
Te necesito para exhalar a letras cuánto te odio... 




Creí que tenía las palabras para todo.
Pero no.




Porque no es tanta la nostalgia, sino más la melancolía de que no estés.
Porque ya no eres, amor, amor, amor, ¿Puedo seguir llamándote así?

ya no eres.
Y por ende, ya no soy. 

Ya no somos.

Y no sabes cómo me quiebra. 


¿Te has dado cuenta lo que has cambiado?

¿Te has dado cuenta lo que me he debilitado? 

¿Te has dado cuenta...? 




Creí que tenía las palabras para todo.
Pero no.